jueves, 30 de julio de 2009

y llegaron hasta el río


La pareja llegó hasta la orilla del río, ella, serena estuvo un rato contemplando mientras él miraba río arriba, río abajo, se alejaba, volvía. Un cruce de miradas fue suficiente; se conocen bien. Juntos de nuevo se llegaron hasta la loma, "cerca del agua, lejos del agua", coincidieron y rieron.
Dejaron sus cosas junto al gran árbol, ella se sentó en la hierba, el se tumbó apoyando su cabeza en las piernas, ella le acaricia el cabello, el sonríe.
Anochece
La humedad les despierta, aún es de noche. Ella le pellizca en el costado el ríe, se levantan, llega la primera luz, comen algo.
Él, fuerte y vigoroso empieza a traer ramas, ella las va colocando, minuciosa, precisa, ...
Cuando terminan la cabaña van al río, el se desnuda y se arroja al agua, juega, nada, grita "ven aquí". Ella pasea por la orilla con los pies en el agua, le mira, sonríe, medita.
El lugar es bueno, hay comida, agua, seguro que pasan animales para cazar, esta cansada de buscar, se quedaran aquí.
Él no tardó mucho en encontrar el sendero de los jabalíes, el lugar donde beben, un remanso para pescar, la pradera de los ciervos.
Ella conoce los árboles, los hay que dan fruto con la lluvia, otros con el calor y alguno que lo hace con el primer frío.
Los primeros días son de preparativos, luego ya con la cabaña terminada, se dedican a ver los días y conseguir comida.
Viven tranquilos, el día a día les llena de gozo y paz.
Pasan algunos viajeros, son atendidos con diligencia, si precisan descansar, alimento, conversar...
Un corto día de otoño llega uno de ellos, se queda varias noches.
Pregunta:
" ¿Es vuestra esta tierra?"
Al joven se le iluminan los ojos, ¿puede ser la tierra de alguien?, ¿puede ser suya?, se vuelve hacia la mujer:
"Madre; ¿es nuestra esta tierra?"
"Esta tierra nos da de comer, permite el paso del río para que podamos beber, nos da ramas para calentarnos ... , no, no es nuestra tierra, nosotros somos de ella.

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