lunes, 28 de marzo de 2011

Epístola

Querido Ignacio:
Después de tantos años sin tener noticias tuyas, me ha alegrado enormemente que me contactes a través de esto de facebook y que solicites mi amistad que por descontado incluso en el silencio y la distancia siempre has tenido. He dedicado un rato a ver las fotos que tienes colgadas y además de ver muchas caras de mi memoria, veo que te dedicas a correr carreras de 22 kilómetros de distancia (a nuestros años), esto me hace ver que a pesar del tiempo seguimos teniendo lazos en común pues yo también practico el atletismo con intensidad, aunque mi especialidad es la carrera corta (entre 10 y 15 metros) y aunque no gano medallas ni trofeos, me siento absolutamente recompensado cada vez que consigo subir al bus sin que cierre la puerta ante mis narices
(no se si acabar aquí la carta o seguir)
 y así llego unos minutos antes a mi aburrido trabajo y el desgraciado de mi jefe comenta: "¡Hombre, J.L.! si hoy no has llegado tarde". Esto me recompensa, porque sino, el comentario es "J.L. no dejes de recuperar el retraso antes de irte" y vuelvo a practicar la carrera corta para volver a casa y aquí el comentario es, o bien "Que pronto vienes", o bien "Pero que horas son estas, ¿donde te metes?"
(ahora viene la despedida y el final de la carta, pero no lo pongo)

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